
Ni os imagináis las cosas que estoy viendo a raíz del caso en el que estoy trabajando. Quizá algún día las cuente, o a lo mejor será Paco Gómez quien las narre en una de sus novelas. Es alucinante, no lo podríais creer.
Por si fuera poco, esta noche pasada estaba haciendo una labor de vigilancia y de repente veo que se me acerca un tipo por la izquierda. Podía parecer un tipo normal, pero yo sabía que no lo era, dicen que el instinto... Total que me abro por la derecha y veo que de frente me viene otro tipo con las mismas intenciones. Avanzo unos metros y veo un callejón, sí, de esos de las pelis que al final tienen una valla. Así que, sin pensármelo, me he metido en él y he echado a correr. Al llegar al final he tomado impulso y he escalado la valla pero un ruido de bala y un dolor en el hombro de la hostia me indicaron que me habían dado. Giré la cabeza y los dos tipos corrían hacia mí disparando. Encaramado en la valla y jugándome el tipo he sacado mi pipa y he empezado a disparar también, lo suficiente para hacerlos retroceder. Entonces he saltado y he estado más de media hora corriendo para despistar a los malos. Al final lo conseguí.
Desde una cabina que dejé perdida de sangre llamé a mi contacto. Y en un cuartucho de la zona Este de Las Vegas, un médico alto, enjuto y con cara de malas pulgas, me ha sacado la bala casi a lo vivo. Me ha costado 300 dólares, pero los doy por buenos.
Ahora estoy en la cama, cansado, pero no tengo fiebre, lo que quiere decir que no tengo infección. Tengo mi Jack Danield’s, mi paquete de tabaco y la última de Carlos Salem, que ya he visto que Paco ha hecho reseña en el blog. Lleva razón, está de puta madre su literatura. También he visto las fotos de su premio de poesía en Algeciras, tuvo que estar guay.
En fin, que sigo con la lectura. Y en próximas entradas, si es que tengo tiempo, os sigo contando. Vaya jaris en los que me meto.