Agosto siempre me ha gustado porque uno se puede tumbar a la bartola alegremente. Y para los que nos gusta la Literatura es ideal, porque te puedes camuflar en una terraza del vacío Madrid y enfrascarte en esa novela que, ahora sí, puedes leer casi del tirón. Pero, por otra parte, llega a ser algo tedioso que todo esté parado. Si es que cierran hasta la bodega del Suso, que en sí, es una novela, y sus parroquianos, es decir, los protas de la novela, emigran a no se sabe bien dónde, y como mucho, los ves desperdigados por otros bares, pero de uno en uno no es lo mismo.
Todo se para, menos los cabroncetes que se dedican al mal porque, aunque tengo menos curro, los malos siguen haciendo de las suyas. Hasta la peña de los blogs se pira en agosto. Me quedan las salidas con Paco Gómez, desde que ha venido de vacaciones, porque éste también se ha ido, y es incluso más tranqui salir por ahí a nuestras cosas, ya sabéis, lo que más nos priva es el jamón ibérico y el Marqués de Cáceres. Pero para él, acostumbrado a ir a presentaciones y mesas redondas, pues la cosa se hace un poco más cuesta arriba. Desde luego no espera que este mes le llame ninguna editorial, aunque le veo más ilusionado desde que ha firmado contrato para su segunda novela y le han dicho que a finales de año parirán a la criatura.
Estimados lectores, siento no haber hecho ninguna entrada desde..., uf, ni me acuerdo. Pero es que he estado fuera, muy liado. Espero retomar esta sana costumbre de escribir, más que nada para espantar un poco los demonios. Y también espero que, por fin, este blog sirva para lo que fue concebido, es decir, para seguir las andanzas literarias de mi colega Paco. A ver que pasa con lo de sus novelas, que esto parece el parto de la burra. Os mantendré informados.