Cuando pasas la frontera desde USA hasta Méjico no notas el contraste entre los dos países inmediatamente. Lo hicimos por Tijuana. Al cabo de unos minutos, lo que deja totalmente flipao es ver a los críos descalzos y con harapos. Pasamos por pueblos vacíos, deshabitados, y los que venían conmigo, sobre todo uno que es mejicano de origen, me explicó que últimamente los pueblos fronterizos se estaban quedando vacíos debido al narcotráfico. Los cárteles de la droga no querían testigos de sus trapicheos y pasos por la frontera de grandes cantidades de droga hacia USA, así que amenazaban a los habitantes quemándoles las casas.
Hace dos horas que hemos llegado a La Joya, en donde vamos a pernoctar. Hace un rato que he terminado de cenar y ahora estoy en un ordenador que no os podéis hacer ni idea de lo cutre. Mi escolta, sí, ese del que os hablaba el otro día, está a mi lado, ahora sonríe. La verdad es que nos hemos hecho muy colegas. Menos mal que hace años decidí aprender inglés, si no os aseguro que no habría podido hacer el curro.
No estoy en un hotel ni nada por estilo. La gente que me acompaña mantiene en Méjico una infraestructura variada. Desde la ventana de la habitación (esta vez sí), veo un patio con arcos, empedrado y con galerías en forma de balcones que llegan hasta las dos alturas. Porque sé que estoy en Méjico, que si no, diría que estoy en un patio de Cádiz, porque es idéntico.
He exigido una botella de Jack Danield’s y me la han traído, así que me he echado un lingotazo en un vaso con hielo y me he encendido un Camel. Una chica muy guapa se ha quedado mirando por el cristal sonriendo. Pero mi guardaespaldas ha salido para afuera y no sé qué coños la habrá dicho. El caso es que ha salido najando con una cara de susto que te pasas.
De momento no me han dicho dónde me llevan. Pero creo que han creído conveniente sacarme del continente por Méjico, por si las moscas. Otra cosa, la cena ha sido cojonuda, lo que pasa es que todo picaba como la madre que lo parió. Entre eso y el whisky espero que no me dé dolor de estómago.
Acabo de decirle a mi colega que si podemos pasear por el patio y me ha dicho que sí. Así que voy a salir un rato a estirar las piernas, entre otras cosas porque hay una luna de la hostia y porque quiero hacerme a la idea de que estoy en Cádiz.